Discurso de grados Sofía Castañeda y Nicolás Robledo
DISCURSO DE GRADUACIÓN SOFÍA CASTAÑEDA Y NICOLÁS ROBLEDO
Buenas noches.
Año 2009, año en el que 150 niños llenos de preguntas y expectativas entraron a la sede Infantil del Colegio San Ignacio, a esa burbuja que los ampararía por los siguientes 14 años de sus vidas. Sin duda alguna, entrar al Colegio a tan corta edad significó dar un paso al vacío; muchos llegamos asustados, cogidos de la mano de nuestros padres, sin querer que llegara el momento de soltar nuestro mundo conocido; en ese momento no éramos conscientes de que sería un paso al vacío, acompañado de personas con las cuales formaríamos memoria y recuerdos que siempre harían parte de las mejores anécdotas por contar. Ese niño que alguna vez fuimos, comenzó a construir su historia en El Tobogán Amarillo, en el arenero, en la rampa de las canchas, en la biblioteca y en aquellas aulas de clase que fueron y seguirán siendo un hogar más.
Cada integrante de esta promoción ha jugado un papel crucial en ella, porque esa diversidad de ideales, gustos y contextos que en generaciones anteriores ha llegado a ser conflictiva, terminó siendo un elemento de unión y crecimiento colectivo; por eso hemos sido reconocidos, logramos ser una promoción conformada por personas más allá de estudiantes, personas responsables y empáticas, que han logrado destacar en eso que les apasiona para ponerlo al servicio de los demás. Los pasillos de este colegio, han sido testigos de esa Ignacianidad que ha destacado en nuestro proceso de formación y que nos ha permitido dejar una huella en cada lugar al que vamos.
Como dijo Víctor Hugo, “La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano”, así que gracias, Promoción 2022, por hacer parte de este camino y transformar la incertidumbre, en motivación, risas y miles de aprendizajes para la vida. Esa rutina de levantarse todos los días a las 5 a.m. para pasar 8 horas en un salón con otras 30 personas, se convirtió en una zona segura para muchos, en un lugar en el que podíamos olvidarnos de las preocupaciones externas. Ahora, es momento de salir de aquella burbuja. Sin embargo, no habrá nada más lindo que encontrarse en las reuniones de egresados, para revivir lo que algún día pasó por los martillos de este colegio, ojalá que todos puedan evocar por siempre esos momentos que los llenaron de felicidad, porque eso es lo que realmente hizo que este viaje valiera la pena. Las risas con los amigos en los descansos, las llamadas en pandemia, las salidas pedagógicas o las siestas colectivas en las clases comunitarias, nos demuestran que la experiencia escolar y que cada uno va más allá de una nota, de un simple número.
Mencionar momentos o historias como aquello que constituye a la promoción, sería quedarse cortos y es porque también hay personas sin las cuales no habríamos podido llegar hasta aquí. Es probable que al mencionar esto, todos pensáramos en nuestros padres, la demostración más pura de amor incondicional. Gracias por no rendirse, incluso cuando nosotros lo hacíamos, y por enseñarnos los valores que constituyen el principio fundamental de nuestras vidas. Es gracias a ustedes que hoy salimos decididos a seguir emprendiendo ese proyecto de vida que hemos construido a través de los años, pero que nace en las entrañas más profundas del hogar. Junto a ellos, agradecemos a los profesores, quienes nos mostraron el sendero para cumplir aquellas metas que algún día soñamos, nuestra admiración hacia ustedes es mayor de lo que se imaginan y, más que por sus conocimientos, nuestra admiración va dirigida hacia lo que son como personas, por tomar la decisión de dedicar su vida a la formación de seres competentes y conscientes de su entorno. El esfuerzo que hicieron con nosotros no fue en vano, ya que lograron dejar su huella en cada uno de nuestros corazones.
Año 2022… Último primer día, último Encuentro con Cristo, último FAS, últimas clases, últimas fiestas, últimos descansos y último acto. El viaje escolar termina esta noche: un trayecto que, por los recuerdos que deja, quedará en nosotros una huella imborrable, una huella de infancia. Hoy nos toca saltar para asumir una nueva vida, porque el tiempo corre, así nos dé miedo o angustia tomar nuestras propias decisiones; ir a pagar impuestos, organizar nuestro propio hogar o preocuparse por muchas más cosas, que por presentar un examen de una materia importante al día siguiente. Por primera vez tenemos ante nosotros la posibilidad de elegir nuestro destino, lo que nos sentimos llamados a hacer y, aunque la sociedad de hoy siga imponiéndonos esos estándares de ingeniero, médico, abogado o político perfecto que algún día se llenarán de dinero, debemos recordar que el mundo necesita más personas con humanidad, con esperanza, personas con sueños, metas e ideales que se atrevan a ir más allá de lo que se les impone y cuyos límites dependan únicamente de su voluntad.
No estamos obligados a tomar siempre la mejor decisión, todavía queda mucho camino por recorrer y muchos fracasos para afrontar, porque es en estos momentos cuando podremos aplicar todo lo que hemos aprendido, ese Magis Ignaciano, ese ser más para servir mejor. A pesar de que sabemos que nuestras vocaciones tomarán rumbos diversos, podremos decir que algo, por pequeño que sea, nos llevamos del otro, del colegio, de la promoción.
El escritor Eduardo Galeano citaba a menudo esta frase de la activista y poeta norteamericana Muriel Rukeyser: “El mundo no está hecho de átomos, el mundo está hecho de historias”, historias que nos hacen ser lo que somos; así que gracias, a cada uno de ustedes, por hacer que la historia de esta promoción sea más digna de contar.
Muchas gracias.